Cuando
México sangra, por heridas que sufre de manos de sus propios hijos, por esa ambición
desmedida de poder y de riqueza, que es la religión de los hombres en el
poder; cuando se han olvidado los valores que en una época se recibió desde el
seno de la familia, del hogar, que los padres enseñaban para que los hijos al
quedarse solos, pudieran conducirse con decoro, con respeto a la vida y a la
naturaleza.
Cuando
vemos a los hombres del campo lejos de la contaminación y del hambre desmedida
de riqueza, conducirse en forma limpia, sin una falsa religión,
esperando que la naturaleza les permita cosechar lo que siembran; son señalados
como ignorantes, como incivilizados; y sin embargo son los que conservan la
tradición, las buenas costumbres; oyen, ven y viven la injusticia de sus
gobernantes en silencio, sin reproches; sólo esperan mejores tiempos.
Sobresale
un movimiento, una secta, una religión, una idea, una doctrina; los Testigos de Jehová; quienes nos habían acostumbrado en que se
paraban en la puerta de las casas a tratar de convencer a las personas de leer
sus biblias para encontrar respuestas; luego se les veía en las paradas de los
camiones urbanos para que mientras llega, solo por unos minutos poder hablar de
la Biblia y ofrecer un pequeño folleto.
Ahora
han mejorado sus sistema de proselitismo,
ya que, en cada esquina de la ciudad han puesto de guardia de dos a tres Testigos de Jehová, para ofrecer unos
pequeños libros de los diversos temas que afligen al hombre; tratando de dar
respuesta a ellos; ya no eres abordado, ahora podrás ver algunos libritos y si
te gusta solo tendrás que pedirlo, porque son gratuitos.
Por
su parte la religión oficial, que en
otros tiempos era dueña de vidas, de Reyes y Principados; amarradores de
matrimonios, dueños de la verdad absoluta e intermediarios de Dios, según su
decir. Al ver que merma la asistencia de sus fieles, también han salido a las
calles; tratando de atender al llamado del Papa Francisco; pero estos, han
salido a pedir dinero, no a regalar libros; ahora se puede ver jóvenes con
sotana larga en los centros comerciales, pidiendo una limosna.
La
sociedad mexicana no puede dar más dinero; la reforma fiscal, no permite
producir, menos crecer; los ingresos se reducen, los impuestos y los precios
suben, existe una clase política que cuesta mucho dinero mantenerla y esta no
funciona a favor de mexicanos sino a intereses extranjeros. La religión no funciona en estos tiempos.
Lo
anterior engrandece la actitud de estos Testigos
de Jehová, que no han salido a pedir, sino a dar. No está en discusión si
tienen la verdad absoluta; en estos tiempos difíciles que viven los mexicanos,
quien haga o diga algo que signifique consuelo o esperanza es bienvenida,
mientras pasan estas nubes negras, que tiene a México sumido en el desgobierno,
en la insensibilidad.
B. J. Zaragoza