Usted debe aprender a superar la vanidad.
El lector habrá observado que muchas celebridades o deportistas, después de alcanzar cierto nivel de éxito, se quedan atascados, sin progresar más en su carrera. Es porque caen en la autocomplacencia, y entonces pierden lo que les permitió encumbrarse desde el primer momento.
La vanidad es una de las pasiones más desastrosas. ¿Qué le ocurre al individuo que se apoltrona? Deja de progresar, deja de trabajar, deja de crear valor añadido. Usted no deseará apoltronarse, y si está ya demasiado satisfecho de sí mismo, es probable que haya dejado de progresar. Como ha dicho Bob Dylan "el que no está ocupado en nacer está ocupado en morir". El que no sube, baja. Una vez le pidieron a Ray Kroc, el fundador de la cadena McDonald's, un consejo que fuese garantía de una larga vida de éxito, y su contestación fue ésta: "El que está verde, crece; el que está maduro, empieza a pudrirse".
Mientras uno se mantiene verde, está creciendo, es decir puede asumir cualquier experiencia y convertirla en una oportunidad para progresar; lo contrario sería tomarla como una invitación a la decadencia. Uno puede considerar la jubilación como el comienzo de una vida más rica, o como el final de una vida de trabajo. En cuanto al éxito, cabe considerarlo como un trampolin hacia a metas más elevadas o como una plataforma donde descansar. Pero si se tumba a descansar en ella, lo más seguro es que no podrá quedarse allí mucho tiempo.
Hay un tipo de vanidad que procede de las comparaciones. En otro tiempo yo creía que había llegado muy lejos porque había avanzado algo en comparación con mis conocidos. Éste es uno de los errores más graves en que se puede caer, ya que tal vez sólo significa que nuestros conocidos no han llegado muy lejos. Aprenda a juzgarse a sí mismo en relación con sus propias metas, no por lo que aparenten sus vecinos. ¿Por qué? Pues porque nunca dejará de encontrar ejemplos que le hagan sentirse justificado.
He aquí otra recomendación para evitar la autocomplacencia: manténgase alejado de los cursillos de comadreo. Ya sabe a qué me refiero. Se trata de esas sesiones en donde se pasa revista a los hábitos de trabajo, las costumbres sexuales y la situación económica de todo el mundo. Son como un suicidio, ya que envenenan la mente haciendo que uno se fije en lo que hacen los demás con su vida particular, y no en lo que uno podría hacer para mejorar su propia experiencia vital. Es fácil dejarse engatusar para participar en uno de esos"seminarios", pero si lo hace recuerde que no son sino una manera de distraer el aburrimiento de los fracasados.
Un sabio caudillo indio, Trueno Rodante, solía decir: "Hablar sólo por una buena razón". Recuerde que siempre se recoge lo que se ha sembrado. Así pues, le invito a distanciarse de las mezquindades de la vida. No se ocupe de pequeñeces. Si prefiere ser vanidoso y mediocre, dedíquese a murmurar sobre quién se acuesta con quién; pero si quiere ser diferente, desafíese a sí mismo, póngase a prueba y convierta su vida en algo especial.
BJZaragoza
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