lunes, 8 de julio de 2013

Ahorro para imprevistos de salud


Lo ideal es que cada persona tenga su póliza de gastos médicos mayores, póliza de gastos médicos menores, seguro de vida, seguro de auto, seguro de casa habitación; pero por alguna razón, primero de cultura y otras veces porque no alcanza el salario o ingreso, no se puede con este ideal.
Entonces lo que se recomienda, es que se tenga un ahorro, un guardadito; porque se presentan situaciones inesperadas y se necesita con urgencia ver al médico, todavía más, al especialista y estos cobran bien, y deben de cobrar bien, puesto que se requiere de una opinión especial sobre un caso especial de  pacientes.

Por muchos años he ido a la Cruz Roja, llevado medicinas, heridos, amigos, conocidos y hasta parientes, pero nunca había necesitado llegar como paciente; pero la situación cambio hace poco; necesitaba ver a un otorrinolaringólogo, pero sé que los honorarios son entre $600.00 a $900.00 no digo que se mucho o poco, pero no tenía a la mano esa cantidad y dije “bueno primero ahorro y luego voy a la consulta con algún conocido especialista”
Pero lo platiqué a varias personas como algo normal; alguien me escucho y me dijo -¿pero por qué esperas a tener el dinero, si en la Cruz Roja te atienden especialistas tan buenos como los que tu frecuentas? y te sale barato; -es más, yo te pago la consulta y te hago la cita.  Pensé porqué no.

Llegué puntual a la cita, pero, tomo una ficha y me mandan a sentar en espera, me mandan a pagar a caja los $120.00 luego me pasan a un corredor estrecho, donde había mucha gente, todas con actitudes deprimentes, unas ancianitas con sus familiares en silencio, solo esperando que su familiar las tome del brazo y las conduzca con el médico.
Unas jovencitas, casi niñas,  embarazadas esperando una revisión prenatal; como el espacio era reducido se sentían los olores de todos sabores, perfumes baratos, talco con sudor, una que otra persona con tos seca, las enfermeras pasan y pasan entre nosotros; el médico llegó media hora tarde a la cita.

_Ficha uno; el mismo medico empezó a gritar el numero de fichas para atender; el primer paciente que paso demoro cinco minutos, el segundo siete y así sucesivamente hasta que me toco. Entro y en un pequeño consultorio el médico estaba batallando con un niño que dijo era su hijo; de esos niños de cuarta generación que parecen demonios de Tasmania, jugando con la computadora y las herramientas del médico y este apurado a calmarlo; claro, el niño nunca le hizo caso y con todo eso me dijo -¿Qué tienes? Tímidamente le expliqué la situación, siguió –siéntate aquí, me puso un aparato frio en el oído, me hurgo con algo y termino diciendo, no puedo hacer nada porque esta pegado al tímpano, te mandare unas gotas, te los pones durante cinco días.
Los movimientos y actitudes del médico me indicaron que se había acabado mi tiempo y debía salir para que entre otro.

Salí con dolor de cabeza y el interior de mi oído inflamado.

¡¡Pagas poco, recibes poco!!

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