
Una noche oscura y lloviosa de
noviembre caminaban Juan y su hija; habían ido a comprar a la única tienda que
cierra hasta las doce de la noche “La pasadita”; pasaban frente a un baldío, de
regreso, cuando la niña escucho un sonido muy suave; detuvo sus pasos para
poder escuchar mejor el ruido; su padre se detuvo también, a esperar.
Sí, era
un sonido muy familiar, parecían gritos de gatos recién nacidos; se metieron al
baldío y efectivamente, había una caja de zapatos, sin orificios y con amarres,
que, aunque intentaran salir, no podrían, ya que los gatitos eran recién
nacidos; se escuchaba el grito de uno de los más fuertes, los demás se
habían dado por vencidos; Juan, con apoyo de su hija, desamarraron la caja y
pudieron apreciar 4 gatitos recién nacidos.
Se los llevaron a su casa; a
Juan no le gustaban los gatos; amaba a los perros, pero nunca había tenido
gatos; pero, concluyó; que les daría de beber leche hasta poder colocarlos en
hogares que sí les gustaran los gatos.
Esa noche se les dio leche con
un gotero; al día siguiente se compró mamila para darles de beber con más
comodidad; no sin antes haber recibido una reprimenda de parte de la señora de
la casa.
Cada quien por su medio y en
redes sociales, se comentó el acontecimiento; se mandaron fotos de los
animalitos; en poco tiempo, escogieron su gato favorito, los más bonitos y
desarrollados a la vista; pero, una gatita, la más débil y poco desarrollada,
nadie se interesó por ella. ¿Y ahora? Hay que esperar un poco, más adelante
alguien se interesara por ella.
Pasaron los días y los meses y
nadie quiso llevársela; con el tiempo la gata se gano la gracia de los de la
casa, juguetona, traviesa, cariñosa y al no necesitar muchos cuidados, se
integró a la familia; tenia su cama, su despensa semanal y sus comidas
especiales, cuando se las ganaba.

Jugaba mucho con las
cucarachas antes de matarlas o comérselas, mataba a las lagartijas; si por
error, algún ratón entraba al patio, no salía vivo; ahí quedaba su cuerpo
inerte. La gata se quedaba en medio de la familia, cuando esta estaba
platicando o desayunando; Juan, eventualmente llegaba ya de noche del trabajo,
la gata, se quedaba en la reja de la puerta esperando; cuando llegaba, también
ella entraba feliz a la casa, como diciendo “ya estamos todos en casa”; si Juan
iba a la tienda a altas horas de la noche, la gata lo acompañaba, escudándose
bajo los autos; debido a que su color era blanco y negro, se le dio por nombre
“vaca”; familia y amigos, sabían de la existencia de “vaca” y a ese nombre respondía.
Así, pasaron cuatro años,
todos felices. No, no duró mucho; la “vaca” se enfermó gravemente; los médicos
dijeron que era hígado graso; pero no se pudo hacer nada; no respondió al
tratamiento y falleció.
Mientras la hija de Juan
lloraba amargamente por “vaca”; él meditaba. Cómo es posible, que la gente les
dé un trato terrible a estos animales, por complejos religiosos o mitos “…ten
cuidado, cuando un gato negro cruce tu camino” “Este hechizo funciona si
sacrificas un gato negro” Los gatos al igual que otros animales necesitan
cariño, atención; la función de los gatos en la vida de las personas, es mas
complicada que la de los perros; pero todos son dignos de amor y ternura.
Juan, también está triste por
la partida de “vaca”; pero tranquilo, porque “vaca” fue amada y ella amó a su
familia, hasta los últimos minutos platicaron; ella ya no podía contestar con
sonido; en los últimos minutos, contestaba moviendo ligeramente su cola, hasta
que dejó de respirar. La vaca se marchó.
B. J. Zaragoza
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