En la época moderna; esta
frase se atribuye a Erasmo; pero otros autores, sobre todo los ingleses, la
atribuyen a Publilio Siro; se supone incluida en su “Sententiae”.
La sentencia, proverbio, o dicho, es una realidad;
sucede como se dice; deja una piedra
sobre la tierra por un mes o más y cuando la levantes, veras algo verdoso bajo
la piedra, dependiendo del clima que
predomina en el lugar. Si lo verdoso no tiene forma es moho; cuando
crece un poco más, se convierte en musgo; aunque este último se desarrolla más
en los árboles.
¿Qué importancia
tiene saber esto?
Durante más de dos mil años,
se ha repetido este proverbio o dicho,
como se dice en México; la enseñanza tiene dos vertientes: la buena y la no buena.
Si quieres crear moho, quédate
un tiempo en el mismo lugar y sucederá; si, por el contrario; tienes miedo de
crear algo, muévete constantemente; algún filosofo dirá “viaja ligero”.
Vivimos en una época, donde la
tecnología nos ha rebasado; nos hemos vuelto insensibles; menospreciamos a los
ancianos y sus dichos. Cuando alguien quiere un empleo, supone que merece la gerencia
o la dirección de la empresa; no se ve como barrendero, guardia, mandadero
(office boy).
Quieres tener una familia;
detente el tiempo suficiente; comprométete, adquiere una casa, compra un auto,
ejerce una actividad que remunere, cultiva la amistad, ama y convive con la
naturaleza.
No se puede resumir con lo anterior, el concepto; porque es
amplia su aplicación.
Si alguien abre una taquería,
independientemente del presupuesto financiero y humano; el siguiente paso,
incluso más importante, es acreditarla. Porque si a la semana o al mes cierra;
luego abre en otro lugar el mismo negocio, no vende en la primera semana lo suficiente;
terminará por cerrar de nuevo y dirá que el negocio es malo. Rodó pronto.
Los que entendieron el dicho;
ahora, saben que este taquero debería haberse esperado más tiempo, hasta ser
reconocido y crear una clientela.
El ejemplo más claro, es el
campesino que siembra maíz para consumo y comercialización.
Negocia la renta del terreno a
sembrar, desmonta, abre la tierra con arado o yunta, espera la lluvia o riega,
siembra la semilla, espanta las aves del campo para que no se coman las plantas,
cuida los elotes para que no se lo coman los mapaches y tejones, dobla la caña
de maíz para que no se pudra la mazorca, cosecha;
la parte final, lo más bello; como cuando un oficinista cobra la quincena;
el campesino cosecha. En todo el proceso, no se movió, no rodó y hubo moho,
hubo musgo; hubo resultados.
B. J. Zaragoza