Se
dice que cuando las cosas no funcionan como uno quiere o como debe ser, según
el común conocimiento de cada quien; se
debe regresar a lo básico, al principio, y así retomar el camino, y en ese
proceso, ser llevados donde queremos llegar.
En
nuestro tiempo, cuando los políticos se pelean por los principales puestos, no
para servir al país o al pueblo, sino para servirse; ver y oír a oficiales
religiosos participando activamente por tal o cual partido, para sacar provecho
de ellos en el manejo de las masas y el reparto de las riquezas.
Cuando
el hombre reza, ora, suplica y ayuna y aún así, siente que no tiene respuesta;
tiene que regresar al principio de todo. El principio es la naturaleza. Cuando
los hombres se hicieron dioses con nombres y rostros; lo hicieron observando a
la naturaleza; no podrían explicar las cosas sin que hubiera un ser superior,
un creador muy superior al hombre.
Un
escritor galardonado por sus letras, se atrevió a decir que sería bueno que
desaparecieran los libros sagrados, para que el hombre no estuviera repitiendo
lo que ya estaba escrito, y que se dedicara a buscar por su cuenta, el camino
personal, en lo que se refiere a la divinidad.
Desde
luego, este hombre fue satanizado por la iglesia oficial por blasfemo y
ofensivo; nunca se entendió o no se quiso entender lo que el escritor dijo.
Los
hombres no buscan nada, porque, por miles de años han estado repitiendo
escritos, según algunos, como productos terminados, no se acepta que, como toda
actividad humana, incluyendo la adoración y la búsqueda de lo divino, se debe
estar en constante accionar; nada es estático, todo está en movimiento.
¿Quieres
respuestas? Pregúntate, tú tienes las respuestas; no las has tenido, porque no
te has preguntado. ¿No confías mucho en ti? Voltea a la naturaleza; plantas,
animales, árboles y niños; ellos tienen la respuesta.
Los
animales te hablan, las plantas y los arboles te hablan, pero tú no escuchas.
¿Cómo escuchar? Tendrías que estar loco. ¿Quién dice que esos seres hablan?
Tienes razón; eso no se enseña en las peores o mejores escuelas del mundo; eso
lo tendrías que aprender por tu cuenta; como todo lo que vale la pena aprender;
tendrías que investigar y solo se logra observando y estando atento.
¿Quién
no ha escuchado sobre plantas carnívoras? ¿Quién no ha visto películas, algunas
muy malas, sobre perros y delfines? Los animales huelen y escuchan el peligro; las plantas escuchan y sienten el
peligro.
Un ser
con plumas tan pequeño, como el que aparece en la parte superior, conocido en Latino américa como Tecolotito; sabe avisar que habrá mucho calor mañana, que al
rato va a llover; puede hacerlo desde 3 a 24 horas de anticipación.
El
problema del humano, se debe a que quiere medirse con los demás seres por
igual; las personas se comunican con sonidos, señas, palabras, y ahora, también
con letras y signos.
Esto
es, que si el ser emplumado no grita” lleva tu paraguas porque habrá lluvia”, o
“No lleves suéter porque al rato habrá
mucho calor”; entonces no habla. De ahí la necesidad de la observación,
para aprender el lenguaje de la naturaleza.
¿Cuántas
cosas nos hemos perdido el no conocer otro lenguaje, sino solo, el del humano? ¿Cuánta
sabiduría hemos dejado escapar?
Los
animales, las plantas y los arboles adoran a Dios; pero a diferencia del humano,
aquí no le ponen nombre, tamaño y rostro; tampoco existe la hipocresía. Todo es
adoración con el compás del viento, que se regocija en las ramas y hojas de los
arboles mientras estos cantan.
Los
animales, las plantas y los arboles adoran a Dios; pero a diferencia del humano,
aquí no le ponen nombre, tamaño y rostro; tampoco existe la hipocresía. Todo es
adoración con el compás del viento, que se regocija en las ramas y hojas de los
arboles mientras estos cantan.
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